Mucha gente en este mundo ha sufrido y sufre
desequilibrios psicológicos y físicos interrelacionados.
Me consta, más allá de lo que he venido vivenciando en
primera persona, que existe una gran gama de individuos aquejados por dolencias
que les impiden llevar una vida “normal” acorde los estándares de las
sociedades contemporáneas.
Este texto busca rendir un testimonio que sirva de
referente a todos quienes puedan estar interesados en este “agujero negro”
dentro la salud mental que corresponde a los trastornos de sueño, mareo y
cefaleas crónicos ligados a la depresión, la ansiedad y los diversos desórdenes
de personalidad.
En mi caso, los especialistas siempre preguntan cómo es qué
comenzó todo esto y dependiendo de a cuál aspecto se refieran hay dos
respuestas: una muy vaga y otra muy precisa.
La primera, alude propiamente a lo psicológico y la he
ido padeciendo (con sus mutaciones) desde que tengo uso de razón.
La segunda, se refiere más a lo físico y comenzó
exactamente en agosto de 1996, a mis 22 años de edad.
Entiendo que la aparición de los síntomas físicos está
relacionada con lo psicológico, lo que no puedo especificar es de qué manera
aquella engendra a la otra, generando luego un círculo vicioso entre ambas.
Hasta aquí este post introductorio, no he querido
ingresar aún a detalles propios de mi caso pues ello lo iré realizando más
adelante (creo que será toda una catarsis).
Soy consciente que me expongo a ser estigmatizado pues el
entorno socio-cultural en que me desenvuelvo aún tiene mucho prejuicios para
con individuos como yo.
Una de las finalidades de estas palabras es justamente
apelar a la comprensión de los lectores.
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