sábado, 27 de septiembre de 2008

El Afectado

AFECTADO, SOLIDARIO Y CON LA FRENTE EN ALTO

Un afectado neuro-psiquiátrico, consciente de su condición.

Alguien que sabe que muchas de las cosas que percibe en su vida cotidiana son exageraciones o simplemente falsedades a las que no hay que prestarles atención aunque uno las sienta con el tacto, con el oido, con la vista...

Alguien que sabe que a veces pueden pasar minutos, horas "fuera de sí" momentos en los cuáles la Realidad es una quimera inasible. Instantes en los que lo mejor que uno puede hacer es refugiarse, dormir, cantar, reirse de naderías, hacer lo imposible por poner la mente "en blanco".

Un afectado que de cuando en cuando vive tiempos de lucidez, que sabe que son breves, que debe aprovecharlos al máximo para poner las cosas en orden y preparse para la siguiente crisis.

Este soy yo y lo digo sin verguenza ni culpa (aunque sí con miedo).

Vivo bajo una condición congénita y aparentemente irremediable. Que sí paliable, ojalá.

Creo que todos en mayor o menor medida tenemos algo de lo que yo sufro. Yo pertenezo a esa franja que ya cruzó el límite de lo patológico (definición acorde parámetros sociales) pero que aún -y espero que nunca sea así- no ha atravesado el límite de la enajenación.

No pido compasión al mundo, pero sí comprensión.

Por mi parte, estoy convencido que mi situación no es del todo desventajosa. Este término de "habilidades especiales" como eufemismo para aludir a las discapacidades tiene mucho de cierto.

Ya hablaré más de este punto. Por ahora quiero centrarme en un punto -la Identidad- para dar un mensaje.

En medio de mis diversas y variadas percepciones distorsionadas de la Realidad, he tenido el privilegio de poder desligarme de preconceptos impuestos social y culturalmente en dimensiones identitarias tales como el Género, Etnia / Raza, Nacionalidad, Clase Social, Edad...

Tal privilegio se presenta en un primer momento en forma de crisis como una amenaza o más aún como desapego -pérdida parcial- de identidad.

Mas luego, aterrizado en mis días de cordura puedo procesar, deconstruír y reconconstruír conceptos desde una óptica básicamente vivencial desde luego, pero en la cuál me sirve de apoyo mi bagaje académico, profesional y porqué no decirlo, mi postura ideológica y mi Fe religiosa .

Esto último no es un mero ejercicio solipcista, pues aquí viene quizás lo más interesante, me valgo de mi Punto de Vista (en el sentido profundo del término) para poder dialogar, socializar con otras personas mis dilemas de Identidad y avanzar hacia horizontes más amplios de comprensión y liberación.

Claro está que no me considero un "Privilegiado" ante todo. Más bien esto es un "No hay mal que por bien no venga", porque vaya que vivir así es muy difícil, doloroso y con frecuencia, frustrante.

Pero valga la afirmación que sí que soy un afectado neuro-psiquiátrico, que ello no me inhabilita sino sólo me dificulta mi vida en sociedad y más aún, de un modo paradójico, me da herramientas para aportar a ella.

Quisiera hacer extensivo un mensaje de Solidaridad a quienes atraviesan por una condición similar o análoga a la mía: ánimo y fuerza, ustedes -nosotros- somos parte de este mundo por algún motivo que sólo alguna inteligencia superior sabrá, no somos un "error" de la naturaleza.

Cada quien puede hacer ayudarse, ser ayudado y ayudar a los demás.

Gracias como siempre por su paciencia

domingo, 21 de septiembre de 2008

martes, 16 de septiembre de 2008

Del Dicho al Hecho...

Me estoy planteando seriamente el tema de cómo defender mi derecho a ser considerado un ciudadano pleno (derecho a tener derechos) bajo mi condición de discapacidad neuro-psiquiátrica o condición de "habilidad especial", si se quiere (suena mejor así ¿no?).

Ello obviamente, supone, hacer pública tal condición.

Ya insinúe esta inquietud en un post anterior ("El otro clóset"). Ahora sólamente quiero hacer dos extensiones a las motivaciones que me llevan a tal planteamiento:

1) Mi condición, sea como virtud, como defecto y/o como mero conjunto de características es constitutiva de mi Identidad y considero que tengo Derecho a vivir mi Identidad. Luego, expresar mi Identidad es parte consustancial de tal vivencia.

2) Aún cuando intente -y eso es precisamente lo que he venido haciendo por años- ocultar mi condición de alguna u otra manera se hace evidente que "algo" sucede conmigo y a medida que pasa el tiempo y me voy insertando más en el Mundo Adulto ese "algo" a semejanza de una bola de nieve va haciéndose más y más notorio e incluso concreto (en el sentido que afecta mis relaciones, sean personales o institucionales, con terceros).

En síntesis, tanto por cuestión de principios como de realismo, estoy en este momento planteándome cómo materializar lo propuesto en los primeros párrafos.

Ojalá las cosas salgan bien. Esto en todo caso no lo hago sólamente por mí, ya que no soy yo la única persona que padece algo similar en este mundo. Créanme que en todo este trance siempre mantengo una perspectiva solidaria mundialista para quienes viven algo similar a lo mío.

martes, 2 de septiembre de 2008

el Héctor: Libertad y Ley

Fue en 1985, yo tenía once años de edad. Esa mañana de abril, primer día de clases en mi nuevo colegio conocí a la ley.

Sucedió que a todos los alumnos nos repartieron un documento de alrededor de treinta páginas, todas llenas de párrafos que señalaban explícitamente y en un lenguaje diáfano nuestros derechos y deberes como estudiantes.

Aquél evento fascinante marcó un antes y un después en mi vida. Por primera vez pude tener una noción que por encima del arbitrio de los adultos existía un orden superior común a la sociedad.

Por supuesto que la elaboración de dicha noción tardaría años en tomar cuerpo, pero se había sembrado ya la semilla. En lo inmediato, el Reglamento del Colegio significó para mí el final de una edad de angustias escolares en la cual nunca estaba seguro cómo las autoridades reaccionarían ante un acto mío cualesquiera (incluso aquellos meritorios).

Terminada la primera semana de clases, ya había prácticamente memorizado el mentado código y respiré, saboreé, sentí, aquello que en el anterior centro de estudios se mentaba a perversamente a diestra y siniestra: la Libertad.

La primera gran lección que aprendí en el Colegio Héctor de Cárdenas fue que la Libertad es posible y que viene de la mano con la responsabilidad individual y el orden en comunidad

Más adelante, aprendería más lecciones sobre la convivencia social: los Evangelios, los Derechos Humanos, la Constitución, las aproximaciones básicas de interpretación filósofico-política de la historia universal y de la peruana, así como de la escena actual.

Y aún más cosas que difícilmente se pueden plasmar en palabras y que competen al ámbito de la amistad, los afectos, las vivencias, aprendí también en el colegio del ictus.

Pero no quiero excederme en este artículo. Aquí solamente pretendía enfocarme en el Colegio Héctor de Cárdenas y su pedagogía de formar individuos libres en forma responsable, o en forma realista que viene al final a ser lo mismo.

Mi gratitud más sincera al Héctor.

FELIZ 25 ANIVERSARIO CEP "HECTOR DE CARDENAS"